Robert Smith: "Sigo siendo un transgresor"
“Tuve un día duro, muchos ensayos. Estuvimos practicando nuevas canciones para la gira”, dice Robert Smith mientras clava su mirada hacia el teclado de su laptop y se le escapa un bostezo. “Me gustaría ofrecer una disculpa por mi apariencia cadavérica”
Déjame tomar algo para despabilarme, ¿gustas?”, me invita mientras sorbe una taza que podría contener café, té o muy posiblemente jugo de naranja, una de sus bebidas favoritas (es imposible que sea alcohol). “Cuando tenía 14 años, tuve una experiencia que me cambió la vida. Estaba ebrio todo el tiempo y no me importaba. Aprendí que no puedes perder el control, pero no hablaré más de mi vida personal”
Este es un camino sin retorno. He elegido una forma de vida que sé hacia dónde me lleva, y sé que puede tener para mí muchos momentos duros y episodios poco sociables”.
—Me recuerdas a lo que decía Van Morrison: “Demasiado tarde para detenerse ahora” —le digo
—La libertad no te la otorgan, tú la tomas. Es duro ver cuántos artistas se venden a los medios, a la industria, a las grandes disqueras. Por eso me gusta tomarme mis tiempos, tener el control de lo que hago y de lo que soy.—The Cure no ha lanzado disco nuevo desde 2008, cuando editaron 4:13 Dream y el video en vivo Trilogy Live in Berlin (2009). ¿Por qué?
The Cure, 2008 |
—¿Sientes dudas en cuanto a tu madurez creativa?
—No es eso, sino creo que cada disco que he lanzado está muy bien formado y construido. Creo en la calidad de las canciones y las letras. Estoy muy preocupado de que la gente está demasiado ocupada enviando mensajes de texto, navegando por internet, jugando videojuegos o viendo televisión, en vez de sentarse y escuchar un álbum completo de principio a fin. Es una experiencia olvidada por la gente.
—¿Todavía haces eso?
—(Risas) Me gustaría decir que sí, sobre todo que lo hice, pero en ocasiones quisiera más tiempo para hacerlo.
—Entonces, ¿eres una víctima de las mismas distracciones?
—¿Quién no lo es?
“Las mejores piezas de arte provienen de mentes perturbadas. Creo que el lado más funesto y lastimero del ser humano siempre va a ser el más emocionante, porque ahí es cuando las personas generan empatía y compasión. Las canciones melancólicas me hacen sentir feliz. Es un estado emocional que te hace sentir acompañado, sabes que no eres el único que se siente así. Es la más bella señal de compasión”.
—¿La música como analgésico y como cura?
—La música no sólo es curativa y calma el dolor, sino también es renovadora. A través de las letras de las canciones puedes transformar la vida de las personas. Mucha gente se ha acercado a mí y me ha dicho que le he salvado la vida. Cuando la gente se siente igual que tú, encuentra la luz en la oscuridad, deja atrás la soledad y el abandono. Cuando vive lo mismo, se ayuda mutuamente. El sentimiento de desolación es un asesino silencioso y puede ser fulminante. Es importante que cuando la gente se encuentre en estados emocionales de desolación, se reúna con otras personas que estén en la misma sintonía, porque sólo así puede surgir la verdadera compasión. Ése es el poder de la música. Cuando escuchaba música de joven, y encontraba canciones de desolación y angustia, sentía que habían sido escritas para mí.
—Además de escuchar música que te mitigaba el dolor, ¿qué te gustaba leer?
—Siempre ha sido una referencia para mí la literatura de Kafka, Camus y Sartre. Me gusta mucho la literatura médica, en particular sobre psicología. El libro El paraíso perdido, de John Milton, fue determinante para mi composición en discos como Pornography. Puedes encontrar cosas como The Cockatoos, de Patrick White, en la canción The Lovecats. Me gusta J.D Salinger, la poesía de Baudelaire y su obra Les Yeux des Pauvres. Les Enfants Terribles, de Jean Cocteau, fue esencial para A Letter to Elise, del disco Wish. Son interminables los libros que me han inspirado.
—¿Cuáles de tus discos te hacen sentir más orgulloso?
—Creo que el disco The Cure, de 2004, tiene un poder hermoso y describe exactamente a mi persona. Muchas de las canciones fueron escritas en el más estricto sentido autobiográfico. Otros de mis álbumes favoritos son Pornography, Disintigration y Bloodflowers.
—¿Qué te estimula a continuar?
—(Hace una pausa larga y mira hacia arriba, como tratando de buscar las palabras en el techo de su habitación) Me gusta lo que hago pero, ¿qué me ha mantenido con esas ganas de continuar? Supongo que es el ego. Me imagino que soy un tipo vanidoso que le gusta el reconocimiento y el elogio. Quien te diga que no le importa lo que la gente piense de su trabajo, es un mentiroso. Los artistas, además de obtener ganancias económicas con giras y ventas de discos, vivimos mucho de las críticas y el reconocimiento.
Si mi trabajo fuera estar en una oficina poniendo sellos a sobres, y la gente me dijera que es una basura lo que hago, no me importaría, porque no hay nada ahí que me defina. En cambio, si alguien me dice que es una basura lo que hice, es como si me estuviera diciendo que yo soy eso. No hay forma de desasociar lo que haces con lo que eres. Me gusta lo que hago, siento necesidad de comunicar mis ideas o hacerme escuchar en el mundo, consolidar mi existencia.
—Ustedes empezaron como una banda de punk. ¿Qué mantienes de esa filosofía?
—Sigo siendo un transgresor. No me gusta ser parte de la manada. Lamentablemente, la filosofía punk sólo es un sueño. Realmente no cambió mucho las cosas, sólo hizo un poco de ruido y se acabó. En la industria musical, provocó que muchas bandas hicieran cosas independientes y propositivas. El espíritu punk ahora vive en las redes sociales e internet. Son una manada que se mueve de manera autónoma. Tiene su propia mente y criterio. Hay mucha música independiente que vende sus productos sólo por internet. Eso es una actitud punk y apoyo a todos esos artistas que toman el control de su promoción, distribución y producción.
—Hablas de una espiritualidad en el punk. ¿Te consideras una persona espiritual?
—Sí, en el sentido de estar en contacto con mi propia alma para cumplir mis necesidades creativas. La industria de la música está llena de gente que claramente no está cumpliendo con su trabajo. Hay mucha gente que ha perdido el sentido y las razones de lo que hace, a comparación de cuando inició o se enamoró por primera vez de su proceso creativo. La industria aplasta a la gente y la forza a pensar que tienen que hacer música para complacer a otras personas. Esa situación es la antítesis de mi espiritualidad.
Para mí, la espiritualidad significa tocar a otras personas con tu trabajo. El arte es una especie de espejo: si otras personas se ven reflejadas en lo que estás haciendo, entonces tiene sentido lo que haces. La música espiritual es hacer que las personas sientan que son parte de una conciencia colectiva.
¿Qué extrañas de tu juventud?
—La capacidad de asombro. Recuerdo cuando escuchaba por primera vez música, o leía un libro que me marcaba, sentía algo intenso dentro de mí. Cada vez ha sido más difícil volver a sentir algo parecido. La sensación de tocar en pequeños clubes jamás la volveré a sentir. Realmente, el éxito y la fama llegó lento. Empecé a tocar cuando tenía 17 años, pero no fue hasta 15 años después que nos volvimos grandes con el disco Desintigration. La fama es un producto de consumo y causa mucho dolor.
simplemente fabuloso
ResponderBorrarThanks orlando
Borrar